Alejandro Pérez Lugín (Madrid, 22
de febrero de 1870 - La Coruña, 5 de septiembre de 1926) fue un periodista,
escritor y cineasta español.
Es conocido sobre todo por sus
artículos periodísticos sobre el mundo taurino y por su novela Currito de la
Cruz (1921) que también refleja sus conocimientos sobre el mundo de la
tauromaquia y fue muy popular en los años siguientes a su publicación. La
novela ha sido llevada al cine en cuatro ocasiones, la primera de éstas
dirigida por el mismo Pérez Lugín y por Fernando Delgado. Es uno de los
largometrajes más antiguos de la cinematografía española.
En dicha obra, Pérez Lugín
escribe lo siguiente:
“(…)
...en los
mismísimos cuernos
de un miura
fogueando que había puesto pánico en todos los
corazones y
vahídos en la cabeza de «Gazuza», que aquello era
«coreografía».
El sesudo e
inalterable «cementerio de Casariche» tembló
con la ira de
«Almanzor».
-¿Coreografía? –gritó indignado
Ismael, como si
le hubieran
sostenido un punto herético-. ¡Usted no sabe lo
que es eso!
(…)”
-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-
“(…)
La actividad
de crítico taurino, ejercida
por Manuel Sánchez del Arco de modo
tan brillante
en estas columnas de ABC
desde que, terminada
la guerra liberadora,
se reanudaron
los espectáculos en la pla-
za de toros
de Madrid, hasta que, aún no
hace todavía
un año, abandonó esa tarea
por motivos
de salud, posee unos antece-
dentes que se
remontan a treinta años
atrás y
tienen arraigo en la tierra sevi-
llana de
“Giraldillo”. Manolo Sánchez del
Arco, periodista joven a la sazón y ya
conspicuo,
encuadrado en la lucida plan-
tilla de “El
Noticiero Sevillano”, desem-
peñaba la
corresponsalía de ABC de Ma-
drid. En la
parte de la grada llamada, por
la forma y
disposición de sus almohadi-
llas “El cementerio de Casariche”, de la
Maestranza,
situó su puesto de observa-
ción de las vicisitudes
de la lidia. De los
cargos de
directivos de “El Noticiero” pasó
Sánchez del
Arco a otros, también de mando.
(…)”
FUENTE: ABC,
5 DE FEBRERO DE 1957, PÁG. 26
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